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Este artículo describe una metodología para gestionar los residuos sólidos y líquidos generados en los procesos mineros, como la forma de reutilizar y recuperar los subproductos de los efluentes mineros que tienen valor económico. Este aspecto se conoce como la economía circular de los residuos mineros.
Para evaluar las posibilidades de uso de residuos mineros sólidos como desminados y relaves, es necesario caracterizarlos geoquímicamente para predecir su comportamiento a lo largo del tiempo, e identificar su uso y/o posible uso en otras actividades del proceso minero, o identificar su almacenamiento definitivo en caso de residuo reactivo (generador de acidez). Esta forma de proceder reduce el volumen de residuos a almacenar y elige la cobertura más adecuada para garantizar la estabilidad física, química e hidrológica de los depósitos donde se depositarán permanentemente.
Al evaluar la generación de ácido, dependemos de pruebas estáticas (ABA), pruebas de lixiviación a corto plazo (NAG, SPLP, SFE) y pruebas cinéticas, que, a través de ciertos criterios y/o indicadores, tales como: el potencial de neutralización neto (NNP), la relación ácido/base (NP/AP), el contenido de azufre como azufre, para evaluar la capacidad de lixiviación y la liberación de la carga metálica.
A estos criterios se suman habitualmente estudios comparativos, correlacionándolos con otros aspectos como la composición mineralógica y petrologica de los residuos, características fisicoquímicas de la masa rocosa excavada, condiciones de almacenamiento de estos materiales y residuos, y la posibilidad de que estos materiales entren en contacto con el agua y el aire.
Con esta caracterización geoquímica, los residuos inertes o no generadores de ácido pueden ser puestos a nuevos usos, mientras que los residuos que generan acidez deben ser almacenados en tanques estancos o impermeables.
Para controlar los residuos mineros líquidos, como los efluentes y las aguas de contacto, el efluente se trata antes de ser descargado a un organismo receptor si cumple con los límites de LMP y las normas actuales de ECA.
Antes del tratamiento se procede a una caracterización geoquímica de los efluentes de la mina y se evalúan las posibilidades de recuperación de subproductos con valor económico durante el tratamiento. Esto hace que el proceso sea más eficiente, ya que además de la acidez protónica se incluye la acidez mineral, un aspecto que normalmente no se considera en los métodos de caracterización clásicos.
Con esta información se procede a dimensionar el sistema de tratamiento de agua ácida en función del contenido de acidez y por etapas (secuenciales), esto permite, por un lado, utilizar menos cal en el proceso de neutralización y por otro, recuperar metales del lodo del proceso. Esto hace que los tratamientos de agua ácida sean más eficientes, a un menor costo con un mayor control ambiental.